Gracias a las mujeres que nos han traído hasta aquí. Por luchar con esperanza y energía. Por haberse llenado de valentía, arriesgar su vida y gritar fuerte.
Duelen en el alma las miles de mujeres víctimas de abuso y feminicidios a lo largo y ancho del planeta. Niñas, adolescentes, madres, lideresas sociales. Para todas estas mujeres, víctimas de una sociedad patriarcal, androcentrista, antropocentrista, egoísta, insostenible y criminal, es este día.
Para hablar de mujer, sostenibilidad y lo que celebramos este 8 de marzo, Día de la Mujer, es necesario hablar de feminismo y ecofeminismo.
Y primero debemos entender varias cosas. La situación que vive el mundo es tremendamente complicada, pero no sólo las mujeres sufrimos diariamente abusos, violaciones y asesinatos. También la Madre Tierra. En consecuencia, los ciclos de la naturaleza han comenzado a desestabilizarse y esto se refleja en manifestaciones que ponen en evidencia el nivel de degradación en el que se encuentra. Ni la guerra ni la pandemia son tan amenazantes para la vida de la humanidad como la crisis ambiental actual.
Otro punto importante a entender es que la crisis climática y la ambiental no son el problema como tal, sino la consecuencia. El problema real somos nosotros mismos, los seres humanos y nuestro conjunto de valores con el que creamos un sistema tecno-económico basado en un modelo de desarrollo capitalista, derivado del antiguo poder patriarcal y enfocado en la producción de riqueza material, sin techo y sin límites. Hemos utilizado a la naturaleza para convertirla en esclava y extraer recursos; hemos esclavizado mujeres, hombres, niñas y niños para obtener mano de obra barata y crear riqueza. Sólo unos cuantos han logrado satisfacer su deseo de poder mientras la mayoría de la humanidad vive en modo de supervivencia.
El resultado de este sistema es evidente: contaminación, cambio climático, pérdida de biodiversidad, miseria, hambre, analfabetismo, principalmente para las mujeres, mala salud y enfermedades mentales, entre otros.
La mujer ha cuestionado este poder patriarcal, desafiándolo a través de los años, y aunque ha conseguido logros, no son suficientes. La situación actual del mundo es insostenible, y el ecofeminismo lo sabe, por eso busca lograr esa alianza entre la lucha feminista con la ecología y la protección de la tierra, que es al final la protección de la vida de la especie humana.
Tal vez en la mente tengamos una idea lejana o abstracta de la crisis planetaria. Seguramente pensamos que, desde nuestra individualidad y nuestros hogares no estamos afectando ni generando impacto directo en ella. Pero nada más equivocado que esto. Y no nos culpemos, el mismo sistema ha hecho una excelente tarea en ocultar la realidad.
Es imperativo hacer conciencia que el sistema económico y sus industrias: la ganadera y la carne que comemos, la textil y la ropa que nos ponemos, la alimenticia y el mercado que hacemos, la automotriz y el transporte que usamos, están destrozando nuestro único hogar y nosotros también hacemos parte del ciclo:
En nuestro diario vivir con cada decisión que tomamos, impactamos el planeta.
Si bien en el mundo se vienen dando progresos en las áreas científicas y de desarrollo de energías limpias y negocios verdes, en Latinoamérica venimos experimentando una transformación lenta y compleja que impide la transición justa, equitativa, radical y urgente necesaria para transformar el futuro apocalíptico que nos augura la evidencia científica. El informe de energías limpias de la WWF muestra que América Latina y el Caribe “tienen un potencial significativo para demostrar cómo un futuro de energía limpia es posible”.
Los logros diarios de las mujeres también nos dan esperanza. En la ciencia, en la política, en las artes, en la medicina. Sin embargo, el tiempo está en nuestra contra. Los derechos de las mujeres no pueden esperar, y los derechos y el cuidado de la naturaleza menos!
El mundo será feminista o no será
Una cultura sostenible sólo podría ser alcanzada con la mirada crítica a los estereotipos de género y al replanteamiento de los conceptos de desarrollo, progreso, éxito y hasta amor propio. El mundo tiene que dejar su adicción al capitalismo, al dinero y al omnipresente discurso de la competitividad. Se tendría que transformar “al desvelamiento del androcentrismo que hace del varón (andros) la medida de todo valor”, como lo explica la filósofa Alicia H. Puleo.
Tenemos que rehacer la historia. En la época de inicios de la sociedad, el espíritu guerrero y fuerte del hombre fue vanagloriado, mientras el espíritu cuidador de la vida de la mujer fue cuestionado.
Un Nuevo Mundo, más feminista, contará con mas actitudes de empatía, afecto y compasión frente a la vida. Propondrá la Educación Ambiental desde la edad temprana, el aprovechamiento de la sabiduría femenina bajo los conceptos del cuidado de la vida, la libertad de elección respecto a la maternidad y la soberanía alimentaria como los principios que guíen la transformación de la sociedad, donde nadie se quede atrás.
No hay tiempo para esperar a que las mujeres lleguemos a cargos tomadores de decisión que impacten directamente la acción por el cambio climático y la crisis ambiental. La brecha de tiempo que tenemos para actuar antes de eventos impredecibles se acorta. Cada día se cumplen más rápidamente pronósticos que estaban pensados para años más adelante y esto es muy aterrador. Los científicos nos hablan de 10 años o menos.
Somos humanas, mujeres y en nuestras mesas se encuentran sentados hombres, niños y niñas que asumirán con responsabilidad su poder y sus decisiones. En nuestros colegios, universidades y planteles educativos se encuentran los próximos gestores de cambio.
Algunas somos madres y en nuestros vientres se gestaron los dueños del Nuevo Mundo.
No perdamos la oportunidad del despertar espiritual y conciencia sobre el mundo en el que vivimos y actuemos como si nuestra única casa se estuviera quemando, porque lo está.
Hagamos de este 8 de marzo una conmemoración de la lucha feminista y la continuidad del trabajo ecofeminista, que integra de manera holística la justicia, equidad y la protección del planeta Tierra.
Ilustración: Escritura Feminista